
Empezamos la andadura de este blog cuando la del Sporting de Gijón por la Liga BBVA está muy cerca, salvo milagro, de tocar a su fin. Un club histórico, centenario, querido, admirado y con una de las mejores aficiones de España, está a noventa minutos de cerrar con el descenso de categoría, una temporada 2011/2012 para olvidar.
Puede que en la última jornada de este domingo se obre el milagro; ese que invitaría a pensar que es cierta esa máxima que dice que en el fútbol no hay nada escrito, o esa otra de que hasta el último minuto no se puede cantar victoria (derrota, en este caso), pero, lo que es seguro, es que la temporada ha sido lamentable y mucho han de reflexionar los responsables del club si no quieren que este año haya sido el preludio de una nueva época negra en la historia del Sporting.
La temporada ya empezó mal allá por el mes de julio con la polémica de la equitación que los rojiblancos deberían lucir este año, el famoso "pijama", que fue retirado tan solo diez días después de ser presentado en El Molinóno a bombo y platillo como una prenda innovadora y que marcaría tendencia, según declaraciones de algún miembro del club.
El caso es que tras esos diez días de presión de la afición en medios de comunicación, por la calle y hasta en alguna de las sesiones de entrenamiento en Mareo, el Consejo de Administración anuncia que ha pedido a Kappa un modelo más "de los de toda la vida". Es decir, que quienes habían dado el visto bueno en su momento como responsables de la entidad y que habían creído que sería un no parar de vender las camisetas rompedoras, se encontraron cambiando su opinión y su decisión, una vez más, por la presión de la grada, igual que en su día se habían echado atrás en la venta de José Ángel y a la contratación de Michu, ese jugador del que llegaron a filtrar que había "desperdiciado su oportunidad de jugar en Primera" y que ahora ha triunfado en el Rayo Vallecano, por su pasado oviedista.
El "qué dirán" ha sido uno de los grandes lastres que ha tenido el Consejo de Administración del Sporting de Gijón en la toma de decisiones en los últimos meses. Además de las ya expuestas, resultó también sangrante la decisión de mantener a Manolo Preciado en su cargo a pesar de que el equipo estaba desnortado, sin juego, sin alma, sin preparación y sin criterio, simplemente por si echarlo resultase ser una decisión impopular debido a lo identificados que estaban ciertos sectores, que no todos, de la grada rojiblanca con el técnico cántabro.
La temporada del más que probable descenso, si es que no se produce el milagro por el que, me temo, nadie de la planta noble del club espera ya desde hace tiempo, también está marcada a fuego por la cantidad de veces que el Sporting ha dado más que hablar fuera de los terrenos de juego que dentro.
Discusiones de Preciado con aficionados que se sientan cerca del banquillo local de El Molinón; discusiones e insultos gravísimos de Clemente a periodistas; salidas nocturnas por Pola de Siero tras ser goleados en San Sebastián; idas y venidas del máximo accionista del club con su examigo, exsocio y sabe Dios cuántas cosas más, González de Caldas; ratificaciones en el cargo de Iñaki Tejada y fichaje de Clemente en apensa 48 horas; tertulianos del mundo rosa hablando de Sporting en televisión...
Al menos han sabido salir a defender el honor y el buen nombre de un Sporting que ha sido vapuleado por sus rivales en el campo y, lo que es peor, por sus empleados fuera de él.





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