sábado, 12 de mayo de 2012

Los cambios de entrenador y los descensos.

Este fin de semana se termina la Liga BBVA y hasta cinco equipos se disputan las dos plazas que supondrán el descenso a Segunda acompañando al Racing de Santander, descendido hace ya varias jornadas. Granada (42 puntos), Villarreal (41), Rayo Vallecano (40), Zaragoza (40) y Sporting de Gijón (37), se juegan su futuro en los noventa últimos minutos de la temporada. Con más posibilidades para unos que para otros, a excepción de los gijoneses, quienes buscarán un milagro que les salve, todos dependen de sí mismos para mantener la categoría ya que, de conseguir la victoria el domingo, continuarán en Primera al menos un año más. El domingo será un gran día para tres de esos equipos, mientras que para los dos que desciendan se tratará de una fecha fatídica.


Sin embargo, todos, al día siguiente, tendrán que hacer una severa autocrítica, un examen en profundidad para ver qué han hecho mal este año para que, a falta de un solo partido, no hayan asegurado la permanencia. Seguro que de esas reflexiones han de salir muchas verdades, muchos culpables y muchas responsabilidades, que de ser asumidas por quienes les correspondan y se toman las medidas correctas en cada uno de los campos, podrán proporcionar un futuro más esperanzador que el tenso presente que viven esos clubes.

Porque, no nos engañemos, si a estas alturas estos equipos se ven en estas situaciones es porque algo (mucho) han hecho mal. Fichajes, planificación de plantillas, programaciones deportivas, preparación física, planteamientos de partidos...

Lo curioso, y es algo que se repite casi año tras año, es que los equipos que ocupan los seis últimos puestos se han visto salpicados, a lo largo del año, por diversas polémicas extradeportivas, institucionales, con varios cambios de entrenadores y una larga lista de despropósitos que han hecho que sean noticia más veces por lo que ocurre en los despachos o en las salas de prensa que en el campo. 

Los aficionados de Santander han tenido que penar con algo que ya se veía venir, que el propietario del club, el magnate Ali Siyed, no ha aparecido por la ciudad, no ha puesto el dinero, los jugadores han estado meses sin cobrar y, para colmo de males, han tenido en su banquillo situaciones de lo más rocambolesco que se puedan imaginar. Primero contratan a Héctor Cúper, con el que las cosas empiezan muy mal. El argentino es sustituido no por uno, sino por tres entrenadores con Juanjo González, director deportivo del club, a la cabeza. Semanas más tarde el equipo sigue sin reaccionar y se cargaba a Juanjo, pero siguen los otros dos que estaban con él; eso sí, Juanjo sigue de director deportivo. Y ya, para rematarla, contratan para las últimas jornadas a Álvaro Cervera, exfutbolista que estaba entrenando al Recreativo de Huelva, al que tenía en la zona media. Resultado tras tanto cambio de entrenador y tanta inestabilidad social: descendido a falta de cuatro jornadas para el final.

No les van a la zaga en disgustos los de los demás equipos. Si en Gijón echan la vista atrás se encuentran con que una temporada que comenzó con la polémica por la equipación puede ser la del descenso. Entre medias ha habido la destitución de Manolo Preciado, a quien sustituyó Iñaki Tejada, quien fue un día ratificado para el resto de la temporada y al siguiente sustituido por Javier Clemente, quien ha sembrado de polémica la sala de prensa del Sporting con enfrentamientos con periodistas, jugadores, directores deportivos recién cesados y hasta con el mismísimo Rouco Varela. La grada de El Molinón llegó a pedir su marcha, al ver que no suponía un repulsivo en el campo para el equipo, que se hundía en la tabla de forma irremediable y que la imagen de club señor que ha llevado siempre consigo el Sporting se estaba manchando con el entrenador del Baracaldo. Sólo una serie de buenos resultados postreros han llevado algo de paz a la incansable "Mareona", que vive las horas previas al definitivo choque de Málaga entre la pesadumbre de una temporada aciaga y la esperanza de haberse visto muertos y estar, a falta de una jornada más vivos que nunca y esperando el milagro.

También el Zaragoza ha tenido lo suyo. Como viene siendo habitual en las últimas temporadas, el equipo se planifica mal en verano, se incorporan cesiones de jugadores que no cuajan, el equipo se tambalea, se suceden los cambios de entrenador,, en el mercado invernal se incorporan seis o siete jugadores y se dan de baja otros tantos, el equipo sigue en caída libre y, por fin, al final, reacciona. Y de qué manera. Los maños llegaron a estar a 12 puntos de la salvación y en la última jornada dependerán de sí mismos tras una serie de partidos consecutivos ganados que les han puesto en unas condiciones que ni soñaban hace apenas tres meses.

El Granada ha cambiado también de entrenador y ha llevado un campeonato muy digno en el que siempre se ha mantenido con cierta distancia sobre el descenso desde la reacción que supuso el relevo en el banquillo. Lo malo es que ha encadenado una serie de malos resultados en las jornadas finales que se han visto agravados por la última en Los Cármenes ante el Real Madrid en el último minuto y la tanagra con el árbitro al finalizar el encuentro, que supuso expulsiones y sanciones de todo tipo para varios jugadores granadinos que han dejado muy mermado a su equipo de cara al decisivo partido en Vallecas.

El Villarreal también ha tenido su año para olvidar. Estando en Champions, con un gran presupuesto y una plantilla diseñada para luchar por lo máximo, ha pagado la dependencia de figuras como Santi Cazorla, que se fue al Málaga; Rossi, que ha estado lesionado todo el año o Capdevila,, vendido al Benfica. Su participación en la máxima competición europea por clubes se cerró con cero puntos y la marca de ser el peor equipo español de siempre en la Copa de Europa. Y ya han sido hasta tres entrenadores los que se han sentado en su banquillo. A Garrido lo sustituyó José Francisco Molina y a éste, Miguel Ángel Lotina. Ninguno de los tres ha conseguido sacar al Submarino de la zona baja.

De los equipos de abajo, sólo el Rayo Vallecano no ha cambiado de entrenador, aunque las noticias de las últimas fechas sugieren que ha estado a punto de subirse al carro de los demás. Con un gran comienzo de campeonato, en el que llegó a ocupar puestos europeos, comenzó su debacle deportiva al mismo tiempo que los problemas institucionales han ido apareciendo y se ha intensificado con ellos también. La inestabilidad de una entidad sumida en una ley concursal en la que los regidores piden despidos, denuncian a entrenador y jugadores o juegan a ser presidentes con las ilusiones de una afición que había soñado con la mejor temporada de su historia, han dado al traste con las aspiraciones del equipo y de algunos jugadores, como Michu, que estaban haciendo un año para enmarcar. El mayor peligro para el Rayo este domingo es que su trayectoria es descendente y el ambiente interno invita a que se sospeche de rebeliones y amotinamientos.

A la vista de todas estas historias podemos deducir que un cambio de entrenador no es buena señal para un equipo, ni tampoco que aparezcan problemas institucionales, ya que parece que terminaba asociados al sufrimiento y a la pérdida de categoría. Pero, para desmentirlo, basta con echar un vistazo al Mallorca y a Joaquín Caparrós.

Lo que cuenta no es cambiar o no de entrenador, lo que cuenta es acertar con uno bueno.

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